Muy cerca de Puno, a orillas del lago Titicaca, existe una ciudad que destaca por sus magníficas edificaciones religiosas de los tiempos de la Colonia
Juli recibe el epíteto de la Pequeña Roma de América por sus admirables ejemplos de arquitectura religiosa, muestra del importante desarrollo cultural sur andino. Sin embargo, la clara alusión a la ciudad europea limita el paisaje que usted, de pie sobre la ciudad a orillas del Titicaca, puede observar.
Juli recibe el epíteto de la Pequeña Roma de América por sus admirables ejemplos de arquitectura religiosa, muestra del importante desarrollo cultural sur andino. Sin embargo, la clara alusión a la ciudad europea limita el paisaje que usted, de pie sobre la ciudad a orillas del Titicaca, puede observar.
Juli es única. Aunque es una reinterpretación de los valores religiosos de Occidente, en su construcción intervienen también elementos andinos. Está a 79 km de Puno, limitando con los distritos de Pomata, Ilave, Pilcuyo, Huacullani y el Titicaca.
El territorio que abriga el distrito de Juli, nombre que proviene del aimara Chulli, en la provincia puneña de Chucuito, ha sido poblado desde tiempos antiguos. El cronista Pedro Cieza de León recogió de la tradición oral las historias del guerrero Khari, en el Collao. Los Kharis, quienes disputaban la zona con los Sapanas, habrían tenido el control hasta la llegada de los conquistadores españoles en la segunda mitad del siglo XVI.
Los edificios religiosos de la ciudad dejan perplejo al viajero; sin embargo, el silencio histórico donde se explica también el esplendor de Juli, fue el privilegio de ser una de las primeras ciudades del continente que tuvo una imprenta llevada por los jesuitas en 1599. La historia de la cultura peruana encuentra en Juli un lugar trascendental al imprimirse allí los cuatro libros del religioso Ludovico Bertonio, entre ellos el valioso diccionario aymará-español "Vocabulario de la lengua aymará", instrumento para la evangelización de los pueblos andinos.